El edificio Coliseum

Casto Fernández-Shaw y Pedro Muguruza. 1930-1933

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La fachada principal a la Gran Vía

Bloque de viviendas y oficinas y acceso a la sala de espectáculos

Es la "cara" del Coliseum, la que antes viene a la mente del inconsciente colectivo, una cara que por su tremenda modernidad de entonces ha perdido ante el espectador su fuerza original, se ha emborronado en el marco de la Gran Vía, ya que, a diferencia de algunas otras fachadas de cines célebres (pensemos en el Barceló o, por supuesto, el Capitol), no responde estilísticamente a un periodo muy concreto e identificable de la arquitectura madrileña, sino que es intemporal, podría ser muy posterior a su fecha.

Es una fachada de gran duplicidad, en apariencia ascética, seca, y a poco que nos detengamos en ella, plena de sutileza. Una fachada que pudiera arrancar del pasado, de una herencia "déco", emparejarse con la tradición del rascacielismo americano y anunciar el constructivismo estructural, y a la vez reflejar el mundo particular de las ensoñaciones de Casto Fernández-Shaw: la fuerte expresividad del claroscuro y la más matizada de los suaves retranqueos curvados de los nervios verticales que organizan matemáticamente la cuadrícula de los ventanales.

El paso al límite, que no pudo materializarse por problemas económicos, lo supuso la pretensión de convertir la secuencia vertical de estos nervios en una "gran cascada de luz que ha de utilizarse como elemento de propaganda y atracción del público."

La fachada a las calles laterales de General Mitre y San Ignacio

Bloque de viviendas económicas y salidas de emergencias del Cine-Teatro

Es la "cruz" del Coliseum, lo desconocido, lo que cuando se mira no se relaciona con el edificio de la Gran Vía, como si perteneciera a otro conjunto, a otros autores, y que se conserva incluso con cierta indiferencia. Pero es una de las más genuinas y tempranas fachadas del racionalismo madrileño pese a que no aparece en ninguna de las guías al uso; una fachada en donde es más obvio que en el resto del edificio esa vocación funcionalista de Casto Fernández-Shaw por lo que denominaba "ausencia de estilo", que también reclamaba para el Coliseum, y en donde tal vez la aplica con más radicalismo.

El interior

Cine-Teatro. Vestíbulo y Sala

El edificio a la Gran Vía iba a encontrarse encajonado entre dos medianerías; de ahí que los autores desplazaran la gran sala de espectáculos hacia la calle General Mitre y reservasen la planta baja de aquel para desarrollar un vestíbulo de prolongada secuencia, que se inicia en el tránsito desde el exterior y continúa con dos o tres tramos de ambiente "déco" y marcado carácter constructivista, para desembocar en la singular rotonda que sirve de introducción a la sala y los elementos verticales de comunicación, así como de charnela que articula el forzado cambio de orientación del eje de la composición.

Es este largo y bello vestíbulo, de efecto multiplicador, el elemento que concentra la escasa decoración del conjunto, pero en realidad tal decoración se consigue con elementos mínimos e integrados en la propia arquitectura: el cojeado estructural del techo, las dos secuencias de pilares, las vidrieras con diseños de Muguruza, el tratamiento de las puertas de acceso, las barandillas de traza geométrico e intuidas alusiones al pentagrama o el diseño del pavimento basado en dobles juegos de círculos concéntricos y secantes, en evidente diálogo con las grandes, modernas y desornamentadas lámparas circulares empotradas.

La gran sala de espectáculos, que se concibió para que pudiera servir indistintamente de teatro, cine o escenario de conciertos, musicales o variedades, adoptó una curiosa forma abocinada que intensifica la sensación predominante en su percepción: la de un espacio unitario e ininterrumpido que nos envuelve sin solución de continuidad.

Para evitar cualquier interrupción estructural se construyó una gran viga-puente de casi treinta metros en la que se apoya el piso entresuelo, pero al mismo tiempo sus aristas, las únicas de la sala, se disuelven y difuminan en el espacio, al más puro sentir expresionista, concatenando una sucesión de líneas, planos y superficies alabeadas que configuran los pisos superiores y los palcos. Los muros se curvan y enlazan sin saber dónde, con la bóveda acústica colgada de la estructura metálica de la cubierta. Y unos y otra albergan sin forzarse, de un modo completamente orgánico, la hermosa embocadura del escenario, el impresionante lucernario circular empotrado y los dos enormes nichos laterales que alojan sendas pinturas decorativas de Fontanals. No hay más decoración que los puntuales y ligeros aparatos de luz de Juan José García. En esa "ausencia de estilo" en la que "la decoración no existe", cuando hasta las "regaderas de aire acondicionado" se utilizan como una metáfora de la decoración ausente, son pues los propios elementos arquitectónicos los que concentran toda la intensidad expresiva.

La sala parece hacer real la "gran cueva" de la cripta del proyecto de 1929 de Casto Fernández-Shaw para el concurso internacional del Faro de Colón y revive los interiores de sus presas sobre el Guadalquivir, que volveremos a encontrar en el templo del Sumo Hacedor, propuesta de 1950. Para llevar a cabo el teatro, los autores se documentaron exhaustivamente acerca de los más modernos construidos en este género en Europa y EE.UU., pues consideraban anticuados la mayor parte de los escenarios madrileños. Y así realizaron interesantes aportaciones al diseño teatral con todos aquellos elementos (acústica, mecanización de escenario, telar y montaorquesta, seguridad, materiales, etc.) que pretendían configurar un verdadero "Palacio del Espectáculo".

María Cristina Gorda Pérez: Edificio Coliseum, Temas de patrimonio, 2/2000, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, 2000

Bibliografía sobre el Coliseum (ordenada cronológicamente)

"Edificio Coliseum", en Cortijos y rascacielos, núm. 11, Madrid, invierno 1932-33, p. 14-42

"Salas de espectáculos en España y extranjero. Edificio Coliseum", en Nuevas formas, II, núm. 7, Madrid, 1935-1936, p. 338-342

Félix Cabrero Garrido: Casto Fernández-Shaw, Colegio Oficial de Arquitectos, Madrid, 1980

Ángel Urrutia Nuñez: "Los cinematógrafos de la Gran Vía", en Establecimientos tradicionales madrileños a ambos lados de la Gran Vía, Cámara de Comercio e Industria, Madrid, 1984

Ángel Luis Fernández Muñoz: Arquitectura teatral en Madrid. Del corral de comedias al cinematógrafo, Madrid, Avapiés, 1988

Pedro Navascues, "El Coliseum, Palacio del Espectáculo", en González Lapuente, Alberto (ed.), Jacinto Guerrero. De la zarzuela a la revista, Sociedad General de Autores y Editores, Madrid, 1995

Ángel Urrutia Nuñez: Arquitectura española. Siglo XX, Cátedra, Madrid, 1997

M.C. García Pérez y Félix Cabrero Garrido: (eds.): Casto Fernández-Shaw, arquitecto sin fronteras, 1896- 1978, Electa, Ministerio de Fomento, Junta de Andalucía, Madrid, 1999

Félix Cabrero Garrido: "El Coliseum, un paseo por los nubes", Arquitectura, núm. 320, Madrid, octubre diciembre, 1999

Félix Cabrero Garrido: "El Coliseum, un pozo que mira al cielo", TAETSAM, num. 138, Madrid, 19-1-2000