Jornadas de zarzuela 2016
Presentación
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Jacinto Guerrero, amores y amoríos
La historia ha encumbrado a Jacinto Guerrero como compositor de emblemáticas zarzuelas asociadas a modelos de interesante significación estética en los primeros años del siglo XX. Con el estreno de La montería (1922), de José Ramos Martín, reafirmó el éxito que ya había concitado La alsaciana (1921), relevante por incluir entre sus números el tango milonga “Hay que ver”, referencia a la actualidad del momento coreada por todos los espectadores. Los gavilanes (1923), con texto también de Ramos Martín, es una obra imprescindible al lograr el equilibrio entre los ritmos de moda, un argumento fundamentado en un intenso drama de amores cruzados y unas exigencias vocales e interpretativas realmente notables. El huésped del sevillano (1926), a partir del texto de Juan Ignacio Luca de Tena y Enrique Reoyo, se adentra en la histórica Castilla toledana con apuntes a La ilustre fregona de Miguel de Cervantes. Y un paso adelante, La rosa del azafrán (1930), escrita por Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, se interesa por el mundo rural sin dejar de lado el teatro clásico español al tomar como esqueleto El perro del hortelano de Lope de Vega.
También se recuerdan de Guerrero otros títulos de carácter más ligero y asimilables a la revista. Son obras que, pasados los años, han circulado menos por los escenarios, quizá, porque como ninguna otra obra de su catálogo han sido maltratadas por una avejentada tradición interpretativa que, en muchos casos, ha hecho un flaco favor a los originales. Sin embargo, limpias de cualquier adherencia, en ellas también es posible descubrir la ambición creadora de Guerrero, su eficacia escénica y musical, el esfuerzo por estar al día afín a quien fuera un atento observador del entorno, el sentido crítico, la novedad. Todas aquellas virtudes que Guerrero desarrolló a lo largo de una vida en la que, entre sus muchos amores, incluyo el del trabajo sin límite. En términos de hoy diríamos que Jacinto Guerrero fue un workaholic abierto a una imaginación desbordante que iba mucho más allá del teatro musical y que le llevó a implicarse en proyectos de muy distinta naturaleza.
Las Jornadas de zarzuela 2016 quieren aproximarse al Guerrero pionero desde muy distintas vertientes. Interesan los gestos de modernidad implícitos en su obra, particularmente en El sobre verde, sainete con gotas de revista escrito por Enrique Paradas y Joaquín Jiménez, cuya representación escénica se configura a partir de una versión que trata de acentuar lo más representativo de la obra de acuerdo a una original propuesta musical y escénica. Pero también interesan otros gestos capaces de comprenderse mediante códigos cercanos. Incluido entre los espectáculos y conciertos, el titulado Guerrero contemporáneo asocia al autor de Ajofrín con la de varios compositores actuales interpretados junto a un apoyo visual no menos ambicioso. En esa línea hay que entender la exposición del artista plástico José Ja Ja Ja quien reinterpreta la obra de Guerrero a partir de una perspectiva estrictamente personal. Otras exposiciones acercan al entorno de El sobre verde y al interesante fenómeno de la censura, que tanto “ayudó” a los autores como Guerrero a modelar adecuadamente sus obras en tiempo de posguerra. Un amplio programa de divulgación bajo el sello de zarzuela para tod@s, incluyendo el novedoso espacio off,sigue pendiente de colocar el género en ámbitos menos obvios, del mismo modo que la feria mostrará, a curiosos e interesados, el trabajo hecho por profesionales y entidades cercanas al género. Los encuentros, por último, dan soporte teórico a la imagen de Guerrero defendida en estas Jornadas de zarzuela. Y junto a todo ello, muchos momentos pensados exclusivamente para la diversión, fin último y definitivo de la obra de Guerrero: alguien que, parafraseando a su primera biógrafa, la periodista Josefina Carabias, vivió y creó “más allá de la anécdota” bajo el impulso vital de "amores y amoríos".