Jornadas de zarzuela 2016

Guerrero contemporáneo. Guerrero recreado
Santiago Torralba

María Moliner en su Diccionario de uso del español describe recrear, entre otras acepciones como "dar nueva manera de ser a alguien o algo. Gozar con una actividad o sensación o suceso." Un poco más abajo, como sinónimos, menciona distraerse, divertirse, gozar. La RAE es un poco más parca en significados de la palabra pero también uno de ellos habla de recrear como divertir, alegrar o deleitar.

Con estas referencias sería suficiente y estarían de más, entonces, casi todas las palabras para hablar de la diversión, la alegría y el deleite, que ha supuesto poner imagen a estas músicas y participar, en definitiva de este proyecto. Recrearme. Ello a pesar de la ingente cantidad de horas que supuso iluminar las notas que fueron, en su origen casi arqueológico, de Jacinto Guerrero, que pasaron luego por el alambique de diez de compositores de referencia obligada en la creación contemporánea y por último, los sonidos del piano de Jorge Robaina que cierran el círculo de un quehacer (me resisto a hablar de trabajo) absolutamente gozoso.

En honor a la verdad, me enfrenté al reto que me puso delante de los ojos Alberto González Lapuente con una mezcla de sensaciones entre las que destacaba una especie de miedo escénico por la responsabilidad con que Alberto me halagaba. Al mismo tiempo esa confianza depositada en mi persona supuso, en un ámbito muy superior, un empuje definitivo para abarcar esa especie de viaje fantástico (caminos desconocidos en origen) en el que se convirtió la propuesta. Comencé a trabajar con la versión editada en 2008 por la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero a cargo del pianista Xiaofeng Wu, y de ahí fueron saliendo acercamientos y aproximaciones a la música, tan distinta entre sí, con esbozos de lo que podían constituir esas imágenes que iban a acompañarla. Cada lenguaje y cada color eran mundos distintos por lo que esas sensaciones había que trasladarlas, también de forma diferente a lo que iba a suceder en la pantalla.

Después Jorge Robaina y yo establecimos contacto necesario. Él me proporcionó una grabación con su propia versión de las piezas, trabajadas con los propios compositores, que en algún que otro caso, distaban bastante de los tempos y los matices del pianista chino. Los suyos eran ahora unos sonidos mucho más reconocibles, más familiares... también en alguna obra, mucho más íntimos y, en cualquier caso, todos mucho más cercanos.

Diez piezas, diez propuestas, diez mundos... Me gustaría pensar que si Jacinto Guerrero, mirara de reojo y escuchara detrás del telón este concierto, se sentiría satisfecho después de la sorpresa forzosa aunque contemplara universos tan distintos al suyo, que no por la distancia, son necesariamente contradictorios.